La Revolución Industrial (1760-1850)

 



La Revolución Industrial

Se conoce como Revolución Industrial a un proceso histórico en el que los cambios en las formas de producción generaron una transformación profunda de la organización económica y social de las sociedades occidentales.

A mediados del siglo XVIII, Inglaterra era el país mejor preparado de Europa para iniciar el desarrollo capitalista y para llevar a cabo un fundamental cambio tecnológico y económico que hoy conocemos como Revolución Industrial.

En primer lugar, los propietarios rurales ingleses modificaron la forma de producción en sus tierras. Al cercar sus tierras e introducir la novedad del trabajo a cambio de un salario, multiplicaron sus ganancias. Esto llevó a que muchos campesinos, que se habían quedado sin tierras, debieran trasladarse a las ciudades en busca de trabajo.

En segundo lugar, la población del país había aumentado en los años anteriores. En consecuencia, había mayores necesidades de abastecimiento, alimentación, vestimenta, etcétera. Esta demanda funcionaba como un incentivo para aumentar la producción.

En tercer lugar, Inglaterra dominaba el comercio internacional ya que controlaba la mayoría de los mercados que la expansión colonial europea había abierto en América,  Asia y África. Esta posición le daba acceso a materias primas que se producían en las colonias y que no existían o eran caras en su país; por ejemplo, el algodón.


Los antecedentes de la Revolución Industrial 


En el siglo XVI, los campos abiertos que cultivaban los campesinos ingleses de manera comunitaria comenzaron a ser divididos a través de cercamientos. Distintos señores, por lo general asociados con comerciantes de las ciudades, comenzaron a talar bosques y cercar tierras para ampliar las regiones de pastoreo. La introducción de la propiedad individual en el campo inglés se realizó a costa de los terrenos comunales de las aldeas. Esto provocó conflictos y el empobrecimiento de muchos campesinos, que se vieron obligados a migrar a las ciudades o a trabajar para otras personas.


Al mismo tiempo, se extendió un sistema de producción de manufacturas, denominado trabajo rural a domicilio, en el que un comerciante de la ciudad compraba materias primas en el mercado, lana por ejemplo, y la distribuia entre diferentes familias campesinas, generalmente las empobrecidas por los cercamientos, para que la hilaran. Pasado el tiempo acordado para la tarea, el comerciante retiraba las manufacturas como el hilado de lana y pagaba el precio estipulado por el trabajo realizado. Luego, distribuia el hilo entre otras familias para que lo tejieran, repitiendo el proceso que culminaba con la venta de la tela en el mercado por parte de comerciante. En este sistema los medios de producción ( las herramientas) pertenecían a los trabajadores. Los comerciantes aportaban el capital o dinero necesario para comprar la materia prima y les pagaba con dinero a los trabajadores.



De la manufactura a la produccion textil industria


Entre 1770 y 1780 se registró el "estallido" de la Revolución Industrial, proceso que algunos historiadores denominan "despegue industrial" -en inglés, take off.


La combinación de la máquina de vapor (que reemplazó la energía humana por la energía producida por la combustión del carbón) con los telares mecánicos que hilaban algodón permitió producir mayores cantidades de telas por hora de trabajo pagada a cada trabajador textil.


Los empresarios capitalistas organizaron la nueva producción de manufacturas textiles en enormes edificios denominados fábricas, donde instalaron las grandes y pesadas máquinas que eran de su pro- piedad. Los obreros concurrían a las fábricas y cumplían largas jorna- das de trabajo a cambio de un salario que apenas les alcanzaba para satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia. Desde entonces, las fábricas se transformaron en la base de la organización económi- ca capitalista. En ellas, el trabajo del obrero se alejó cada vez más de la creatividad del artesano y pasó a ser una tarea rutinaria; además, los trabajadores ya no elaboraban el producto en forma completa si- no tan sólo una parte de él.

Acumulación de capitales e inversiones capitalistas


Para poder funcionar, las nuevas industrias necesitaban circulación de dinero. El dinero era necesario para la instalación de las Fábricas y su mantenimiento, para la compra de las máquinas y de las materias primas, y para el pago de los salarios de los obreros, Por esta razón, el desarrollo de la industrialización dependió de que los grupos sociales que tenían dinero acumulado estuvieran dispuestos a invertirlo en la nueva actividad industrial. En Inglaterra, algunos comerciantes y terratenientes habían acumulado enormes cantidades de riqueza a partir de la comercialización de las producciones agrícolas y manufactureras en los mercados europeos y coloniales. Estas riquezas acumuladas se convirtieron en capital cuando sus propietarios comenzaron a realizar inversiones productivas en la industria.

La actividad que mayor atracción ejerció sobre los inversores capitalistas fue la industria textil. Los textiles habían sido un negocio rentable desde la etapa del sistema de trabajo a domicilio. Al principio, la materia prima más empleada era la lana. Pero a lo largo del siglo XVIII, los tejidos de algodón y lino fueron desplazando progresivamente a los confeccionados con lana. A fines del siglo XVIII, la mayor parte de las hilanderías de algodón eran pequeños talleres. En las primeras décadas del 10 siglo XIX, la actividad textil se fue concentrando en grandes fábricas, que empleaban un gran número de obreros y que contaban con maquinaria cada vez más compleja.

Las consecuencias de la industrialización


A comienzos del siglo XIX comenzaban a evidenciarse las primeras consecuencias de la industrialización. Era evidente el impresionante crecimiento de las ciudades en tamaño y población. Pero además la apariencia de las ciudades era novedosa: fábricas de varios pisos con humeantes chimeneas y barrios obreros donde los trabajadores vivían hacinados. Las condiciones de vida de los trabajadores eran, en muchos casos,


denigrantes. Trabajaban de doce a dieciséis horas diarias y frecuentemente eran empleados mujeres y niños. Al no poseer ningún tipo de protección sanitaria, estaban expuestos a enfermedades y epidemias. Al mismo tiempo, los empresarios comenzaban a unirse en gru- pos llamados trusts, carteles y monopolios para controlar los merca- dos y evita la competencia. En esta tarea serían apoyados por sus gobiernos, que mediante la expansión imperial y colonial buscaban segurar mercados y materias primas a las empresas de sus países.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

EL DERECHO A LA IGUALDAD

DERECHOS 3

DEMOCRACIA